El espionaje según Hitchcock

Alfred Hitchcock filmó varias películas con el trasfondo argumental del espionaje, y si bien de entre ellas Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959) fue aclamada como una de sus grandes obras maestras, Cortina rasgada (1966) posee aquí mayor interés por ser explícitamente una obra ambientada en el escenario icónico de la Guerra Fría: el Telón de Acero y la RDA.

En esta película tenemos todos los ingredientes de la intriga hicthcockiana, incluyendo sus peculiares aportaciones -como el concepto de Macguffin– o la derivación de la trama hacia una posición secundaria o accesoria en el film. Todos los que han visto la película recordarán la célebre secuencia del asesinato de Gromek («qué difícil puede ser matar a una persona») o la huida en el claustrofóbico autobús.

Y sin embargo, Cortina rasgada funciona perfectamente como una película de espías, trepidante, que narra en esencia una operación de infiltración y exfiltración a fin de obtener una información estratégica valiosa. A pesar de que la defección de dos de los Cinco de Cambridge, Guy Burgess y Donald MacLean fue lo que le dio  a Hitchcock el impulso para filmar Cortina rasgada, se puede decir que es un film puro de espionaje, centrado en una operación ofensiva. En este reportaje se puede seguir todo lo referido a la gestación del film:

Es interesante constatar la importancia crucial que le conceden Hitchcock y Paul Newman al guión, factor por el cual ambos terminarán enfrentados. En su elaboración, pulido y revisión trabajan equipos completos, algunos externos, como es el caso del equipo italiano Age & Scarpelli. Porque el problema estaba en que los diálogos carecían de chispa, eran sosos y faltaba el humor, ingrediente esencial de las pelis de suspense del maestro, porque su uso se dosificaba cuidadosamente en las escenas de tensión a fin de evitar que el espectador lo viva como una experiencia absurda.

Cortina rasgada es una sucesión de escenas visuales que manipulan el ánimo del espectador lo cual requiere de un equipo de guionistas expertos que trabajen a fondo en una narración visual y en gags específicos del lenguaje cinematográfico. El mensaje que nos envía ésta y otras películas de Hitchcock sesenta años más tarde parece claro: en un mundo en el cual la narrativa audiovisual está desplazando a la novela, sobre todo desde las grandes plataformas de series televisivas en streaming, queda cada vez más claro que seguir insistiendo en argumentos clónicos es una batalla perdida a medio plazo. Hay que hacer Literatura que no pueda ser traslada fácilmente a la pantalla porque eso lo hacen mejor los excelentes equipos de guionistas profesionales con que cuentan los estudios. Y además, les sale más barato a las productoras.