Quizá no para una tesis doctoral, todavía: al fin y al cabo, falta mucha documentación, sólo pistas de aquí y de allá, dimes y diretes. Pero si para un TFM, al menos. O para un artículo especializado. Esto es: la historia de Sovhispan y todo lo que significó en el corazón de la Guerra Fría. Por no tener, no tiene ni entrada en la Wikipedia. Hay algunas piezas sueltas e hilos de los cuales tirar: la tesis de Jesús Centenera Ulecia sobre las Relaciones hispano-soviéticas de 1976 a 1986 (UNED, 1986), donde en página 187 y ss. se menciona el origen de Sovhispan como primera empresa mixta hispano-soviética desde 1971, y las posteriores maniobras de Moscú para concertar acuerdos referidos a nuevos puertos, más allá de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas, para el repostaje y avituallamiento de la flota pesquera soviética en al Atlántico.
Pero claro, muchos de los pesqueros no sólo se dedicaban a faenar, sino que también seguían de cerca los movimientos de la flota americana o sus submarinos nucleares, cuando los avistaban. Algunos de estos barcos llevaban antenas o radomos que hablaban por sí solos sobre las labores «complementarias» o principales de su tarea en el Atlántico. La venerable firma de maquetas Revell ya vendía, allá por los años setenta, o quizá antes, un modelo para montar: el pesquero Volga, bien conocido por su actividad de espionaje.
Eran cosas bastante sabidas. Hace casi diez años, La Opinión de Tenerife publicaba una crónica de Antonio Herrero en la cual listaba a toda la serie de agentes soviéticos identificados y pillados con las manos en la masa hacia finales de los años setenta, vinculados todos ellos a empresas de esa nacionalidad que trabajaban en Canarias: Aeroflot, Intramar y Sovhispan. Y no sólo eran los movimientos de la Segunda Flota de los Estados Unidos, sino también la situación política en el Sáhara, que España abandona en 1976, la actitud de Argelia en esa crisis, el Movimiento para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC) de Antonio Cubillo, las tareas de espionaje e influencia sobre las repúblicas del África occidental.
Sin embargo, Sovhispan se había fundado en tiempos de Franco, con el dictador vivo. Luis González-Mata, uno de los más relevantes agentes de la Tercera Sección (SIAEM) en tiempos del régimen franquista, relata en su libro autobiográfico los sucesivos y cautelosos pasos que van dando Moscú y Madrid para tejer una red de favores mutuos y eso ya desde 1957, cuando el Banco Popular Polaco firma con el Ministerio español de Comercio un protocolo de pagos de los intercambios comerciales (pag. 278 y ss.). Como consecuencia de ello, en 1959 las importaciones de carbón polaco, desembarcadas en los puertos de Bilbao y Gijón por buques soviéticos permitieron afrontar la huelga de los mineros asturianos.
González-Mata fecha a 27 de febrero de 1967 la autorización gubernativa para que los barcos de pesca soviéticos establezcan una base de abastecimiento en las islas Canarias, a la vez que España abre una delegación marítima en el puerto de Odessa. El ministro López Bravo viaja a Moscú pocos días más tarde y en la primavera la Sovinflot abre oficinas en Madrid con todos los privilegios diplomáticos para sus cincuenta y cuatro funcionarios. Luego, el volumen de intercambios comerciales entre España y la URSS no cesará de crecer.
El 27 de septiembre de 1975, Raimundo Bassols, Director General de Relaciones Económicas Internacionales, viaja a Moscú y en el Ministerio de Comercio firma el convenio que permite a Sovhispan construir en Tenerife un complejo marítimo para la reparación y mantenimiento de hasta 1.500 pesqueros soviéticos, así como un complejo industrial para la transformación del pescado.
Lógicamente, Washington conocía todo esto y sabía que en Canarias se cambiaban tripulaciones de refresco que llegaban por vía aérea desde la Unión Soviética, así como las actividades de algunos de esos pesqueros. ¿Qué acuerdos de conveniencia se tejieron entre Washington, Madrid y Moscú para establecer límites, controlar o intercambiar información a cambio de qué? Pues ahí está la historia, dormida y esperando al investigador que la despierte.
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