El primer impulso fue titular este post como se hizo en el correspondiente documental de Xavier Montanyà emitido en 2010: «Espías de Franco». Pero es que, precisamente, los civiles que crearon el Servicio de Información del Nordeste de España (SIFNE) a poco de comenzar la guerra civil española, no trabajaron exactamente para Franco. El SIFNE fue en realidad expresión de la guerra civil en Cataluña abierta dentro de la guerra civil española, y como tal dio lugar a un servicio de inteligencia plenamente civil, ideado por civiles, gestionado por civiles y persiguiendo la obtención de información pura y dura. Esto es, evitando la acción militar: sabotaje, neutralización, terrorismo. El dinero y los medios los pusieron grandes nombres de la clases altas (muy altas) catalanas y españolas: aristócratas, empresarios, diplomáticos. Aunque en septiembre de 1936 el general Mola aparece como fundador desde el gobierno de Burgos, el SIFNE había comenzado a caminar por su cuenta tiempo antes. Y con resultados de calidad: en la fotografía: plano de las unidades milicianas en el frente de Aragón elaborado por el SIFNE a partir de la lectura de la prensa catalana y de las revistas y boletines de las unidades republicanas.
Franco mostraba reticencias ante esos ingredientes: los civiles y sus iniciativas innovadoras para llevar una guerra, que por definición era cosa de militares; falangistas y carlistas yendo por libre; la rivalidad del general Mola, comandante del Ejército del Norte.
Por lo demás, los rivales del SIFNE en Cataluña, zona republicana, fueron también, inicialmente, civiles: la Comisión de Investigación de CNT-FAI o el SSI de la Generalitat. Después, con el tiempo, la prolongación y tecnificación de la guerra llevaron a la desaparición de unos; o la integración forzosa de los otros en estructuras de inteligencia militar. Pero inicialmente, existió un margen para la improvisación y la innovación.
En este post se incluyen: enlace al documental de TV3, «Espies de Franco» (Xavier Montanyà, 2010): https://www.ccma.cat/tv3/alacarta/segle-xx/espies-de-franco/video/2893970/
Estudio de José Ramón Soler Fuensanta, «Servicios de inteligencia y espionaje, 1936-1939», en revista Ferrol Análisis, nr. 24 (2009), pp. 172-185, consultable en pdf en: http://www.clubdeprensadeferrol.com/pdf/FA24_20.pdf
Reportaje sobre el SIFNE por Fernando Rueda: «El servicio secreto más desconocido», en Historia de Iberia Vieja, 25 de octubre de 2018: : https://es.scribd.com/document/399841116/SIFNE-Historia-de-Iberia-Vieja
Texto: extraído del artículo citado de José Ramón Fuensanta:
[El SIFNE] Es sin duda uno de los mejores servicios de información de nuestra guerra civil. Curiosamente, fue un organismo «civil», aunque estuviese en permanente contacto con el Cuartel General de Franco. Nace en septiembre de 1936, «por deseo del general Mola a iniciativa del Conde de los Andes», aunque al parecer ya funcionaban en agosto de ese año. Bertrán y Musitu, su creador y jefe, dice que:
«en una modesta habitación del Grand Hotel de Biarritz, se creó la primera oficina Central de Información de España: la S. I. F. N. E.».
Al parecer se instalan inicialmente en un chalet en Saint Jean de Luz denominado «Nacho Enea», propiedad de Iñigo Bernoville, que había sido en los primeros momentos de la guerra un servicio postal y de mensajería de los carlistas. Sin embargo, poco después, en septiembre, son denunciados a las autoridades francesas por el Frente Popular de Bayona, y éstas efectúan un registro en la villa encontrando explosivos y pruebas de la expedición de pasaportes españoles falsos. El caso es finalmente sobreseído, pero la organización se traslada a «La Grande Frégate», villa propiedad de Mariano de Iturralde Orbegoso, en la calle des Vagues de Biarritz, y al Gran Hotel de Biarritz, residencia de Bertrán y Musitu y del conde de los Andes.
El SIFNE desde su concepción fue un sistema de información puro; a Bertrán y Musitu no le agradaban los temas concernientes a sabotajes y acciones violentas. No es de extrañar pues que una gran parte de sus miembros fuesen periodistas, empresarios, diplomáticos, y, en general, personas bien relacionadas. La organización contó desde el principio con ayuda italiana, en un informe de mediados de octubre ya se habla de que Alberto Pirelli ha entregado la suma de 500000 liras para la causa al marqués de Magaz. Pirelli quedó encargado de ponerse en contacto con los ministros de Marina y Guerra para poder radiar mensajes en caso de urgencia desde los buques de guerra italianos atracados en Barcelona.
La organización era simple pero —a pesar de la escasez de medios— muy efectiva. Los grupos de informadores trabajaban independientemente, en paralelo, y sin conocerse entre ellos, pero coordinados a través de una oficina central. Esto permitía, por una parte la comprobación de las noticias y, por la otra, evitar la intoxicación informativa que pudiera producirse en el caso de ponerse de acuerdo más de un elemento, ya que como el mismo Bertán decía:
«La función de dos confidentes que actúen con el mismo fin en el mismo medio, siempre termina en tragedia».
Además, procuraba evitar los confidentes mercenarios, siempre peligrosos y difíciles de controlar. El servicio se financiaba con las aportaciones personales, de simpatizantes, y de personajes de la talla de Francesc Cambó, Luca de Tena, Quiñónes de León y Juan March
Los servicios de información republicanos no podían pasar por alto una organización que estaba tomando tanto impulso. El 3 de julio, la policía francesa realiza un registro en «La Grande Frégate» en busca de una emisora. El día 30 de ese mismo mes es decretada la expulsión del conde de los Andes, José Bertrán y Musitu, su hijo Felipe Bertrán y Güell, su sobrino Manuel Doncel, y otros agentes. La desarticulación de «La Grande Frégate» obliga a trasladar los servicios al hotel Plaza de Biarritz y a la villa «La Turquoise», en la que reside, entre otros, Felipe Bertrán, antes del traslado definitivo a Irún.
La eficiencia del SIFNE fue muy buena, no sólo en cuestiones de información, sino también en aspectos más técnicos como la escucha y la descriptación de mensajes republicanos. Finalmente el 28 de febrero de 1938, el vicepresidente del Gobierno, el general Gómez Jordana, firma el decreto por el que el SIFNE es absorbido por los Servicios de Información y Policía Militar (SIPM) del coronel José Ungría, aunque en él se hable de fusión, dando fin a uno de los servicios de información más fructíferos de la guerra civil española.