Revista Lateral, 1994

Allá por noviembre de 1994, la revista de cultura «Lateral», creada y dirigida por el escritor húngaro Mihály Dés (lamentablemente fallecido hace poco más de cuatro años), dedicaba su primer número a la Literatura y el espionaje, con artículos del mismo Mihály Dés (que ejercía de coordinador del monográfico), Guillermo Cabrera Infante, Eliot Weiberger, Rafael Ramos, Víctor M. Lacarta y Javier Marías, que ya por entonces apuntaba algunas embarulladas reflexiones sobre el asunto.

Se percibían ahí los fantasmas de un intelectual venido del Este a poco de la caída del Muro. Cuando se encontraba con algún otro como él, de cualquier país de la zona, lo rememoraba. «Nosotros siempre pensamos que todo puede salir mal en cualquier momento, que algo raro sucede a cada paso». En ese sentido, el había vivido el espionaje como Teodor “Teja” Kraj en el film «El profesional», o como el dramaturgo Georg Dreyman en «La vida de los otros»: la mirada omnipresente de la policía política, los ojos y oídos del régimen y la autocensura como medio de protección permanente.

El director de «Lateral» marcaba así una pauta que venía a unificar las diversas contribuciones del monográfico en torno al acto de espiar en sí mismo, con sus implicaciones morales, psíquicas y sociales, pasado todo ello por el tamiz del novelista. Todavía estábamos en 1994: la telefonía móvil, herramienta en origen de policías y espías, era cosa de unos pocos particulares; y el smartphone una verdadera fantasía de ciencia ficción que a nadie se le ocurría imaginar por entonces (recordemos que uno de los detalles que envejecieron el mítico film «Blade Runner», de 1982, fue la ausencia de algo parecido a internet y, sobre todo, de la omnipresencia actual del teléfono móvil). Lo más parecido al espionaje de Pegasus o las revelaciones de Snowden lo había imaginado George Orwell en su novela 1984.

Así que Mihály Dés impresiona cuando escribe («La delación como una de las bellas artes»): «Parafraseando una definición venida a menos, la historia de la Humanidad es la historia del Espionaje y la Delación. Y no sólo en el orden mítico o político. El marido espía a su mujer, y viceversa. El niño a sus padres, el vecino a su vecina y la portera a toda la escalera. Escuchamos la conversación de otra mesa, espiamos el periódico del tipo de al lado y cuesta mucho (no siempre se logra) resistir la tentación de leer una carta destinada a otro.

Está claro que ese deseo u obsesión de averiguar y enterarse tiene que ver con el saber, o sea, con el pecado original»,

En la medida de lo posible, en futuros post se transcribirán aquí algunos de los artículos publicados en aquel monográfico de «Lateral» para evitar que, como diría el replicante Roy Batty, se pierdan como lágrimas en la lluvia.